“El sabio no dice todo los que piensa, pero siempre piensa todo lo que dice” Aristóteles
Hoy, desde mi patio de butacas, vamos a hablar de la Prudencia como fortaleza del carácter que se encuentra dentro del grupo de la Templanza, entendiendo estas como las fortalezas que nos protegen en contra de los excesos.
La Prudencia es la virtud de actuar de forma justa, adecuada y con moderación, respetando los sentimientos, la vida y las libertades propias y de las demás personas. También la entendemos como la virtud de comunicación con los demás por medio de un lenguaje claro, cuidadoso y adecuado, con sensatez, moderación y reflexión. En el cristianismo las virtudes cardinales, son las cuatro virtudes morales más importantes: “Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza”. Sobre ellas descansa toda la moral humana y son los principios de otras virtudes. https://es.wikipedia.org/wiki/Prudencia
De acuerdo con los expertos, la prudencia se encuentra asociada con la sabiduría, porque la comprensión de los eventos adversos, de los cuales nadie esta exento, siempre requieren de la sensibilidad y acompañamiento de sabios consejos, antes de justificar sus causas que nada resuelven ni ayudan a la solución del problema.
Para aprender a ser prudentes hay que estar atentos a las razones, pero sobre todo debemos de controlar nuestras emociones, que normalmente son las que nos impulsan al error, porque nos apresuramos en nuestros juicios afirmando cosas sin base alguna expresadas en desahogo a nuestras pasiones.
En cambio, los actos prudentes tienen como base las palabras y los hechos acertados que ennoblecen a las personas que las dicen, donde se aprecia más la sabiduría que la astucia. De este modo la prudencia facilita tomar decisiones pertinentes en las diversas circunstancias de la vida.
“El que es prudente es moderado; el que es moderado es constante; el que es constante es imperturbable; el que es imperturbable vive sin tristeza; el que vive sin tristeza es feliz; luego el prudente es feliz” Séneca
A lo largo de la historia, encontramos personajes que han demostrado prudencia y fortaleza en su vida, de entre todos ellos me gustaría hablar de:
Felipe II de España, “el rey Prudente” (1527-1598). Hijo y heredero de Carlos I de España. Desde su muerte fue presentado por sus defensores como arquetipo de virtudes, y por sus enemigos como una persona extremadamente fanática y despótica. La dicotomía que nos persigue entre la leyenda blanca o rosa y la leyenda negra, en parte favorecida por la destrucción de su propia correspondencia.
Su reinado se caracterizó por la exploración global y la expansión territorial a través de los océanos Atlántico y Pacifico.
Con Felipe II, la monarquía española llegó a ser la primera potencia de Europa y el Imperio español alcanzó su apogeo “En mi imperio nunca se pone el sol”. Fue el primer imperio de ámbito global porque por primera vez en la historia, un imperio integraba territorios de todos los continentes habitados. https://es.wikipedia.org/wiki/Felipe_II_de_España
Hoy, desde mi patio de butacas, vamos a hablar de la Prudencia como fortaleza del carácter que se encuentra dentro del grupo de la Templanza, entendiendo estas como las fortalezas que nos protegen en contra de los excesos.
La Prudencia es la virtud de actuar de forma justa, adecuada y con moderación, respetando los sentimientos, la vida y las libertades propias y de las demás personas. También la entendemos como la virtud de comunicación con los demás por medio de un lenguaje claro, cuidadoso y adecuado, con sensatez, moderación y reflexión. En el cristianismo las virtudes cardinales, son las cuatro virtudes morales más importantes: “Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza”. Sobre ellas descansa toda la moral humana y son los principios de otras virtudes. https://es.wikipedia.org/wiki/Prudencia
De acuerdo con los expertos, la prudencia se encuentra asociada con la sabiduría, porque la comprensión de los eventos adversos, de los cuales nadie esta exento, siempre requieren de la sensibilidad y acompañamiento de sabios consejos, antes de justificar sus causas que nada resuelven ni ayudan a la solución del problema.
Para aprender a ser prudentes hay que estar atentos a las razones, pero sobre todo debemos de controlar nuestras emociones, que normalmente son las que nos impulsan al error, porque nos apresuramos en nuestros juicios afirmando cosas sin base alguna expresadas en desahogo a nuestras pasiones.
En cambio, los actos prudentes tienen como base las palabras y los hechos acertados que ennoblecen a las personas que las dicen, donde se aprecia más la sabiduría que la astucia. De este modo la prudencia facilita tomar decisiones pertinentes en las diversas circunstancias de la vida.
“El que es prudente es moderado; el que es moderado es constante; el que es constante es imperturbable; el que es imperturbable vive sin tristeza; el que vive sin tristeza es feliz; luego el prudente es feliz” Séneca
A lo largo de la historia, encontramos personajes que han demostrado prudencia y fortaleza en su vida, de entre todos ellos me gustaría hablar de:
Felipe II de España, “el rey Prudente” (1527-1598). Hijo y heredero de Carlos I de España. Desde su muerte fue presentado por sus defensores como arquetipo de virtudes, y por sus enemigos como una persona extremadamente fanática y despótica. La dicotomía que nos persigue entre la leyenda blanca o rosa y la leyenda negra, en parte favorecida por la destrucción de su propia correspondencia.
Su reinado se caracterizó por la exploración global y la expansión territorial a través de los océanos Atlántico y Pacifico.
Con Felipe II, la monarquía española llegó a ser la primera potencia de Europa y el Imperio español alcanzó su apogeo “En mi imperio nunca se pone el sol”. Fue el primer imperio de ámbito global porque por primera vez en la historia, un imperio integraba territorios de todos los continentes habitados. https://es.wikipedia.org/wiki/Felipe_II_de_España
“Administrad la justicia con ecuanimidad y rectitud y,
si es necesario, con rigor y ejemplaridad”
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