A veces los
distintos medios nos traen un
interesante debate sobre el cliente
interno, discusión que en su contenido académico, a mi modo de ver, no existe,
pues en cualquier manual no solo logístico sino de contenido estratégico empresarial nos encontraremos con el término “cliente interno” y su
definición como aquel miembro de la organización, que recibe el resultado de un
proceso anterior, llevado a cabo en la misma organización, a la que podemos
concebir como integrada por un red interna de proveedores y clientes. Es decir
en una organización todos somos a la vez proveedores y clientes, porque yo soy
proveedor de quien recibe el producto de mi trabajo, y cliente de quien me hace
llegar el producto del suyo, con lo cual acabaríamos el debate.
Sin embargo, cuando nos hablan del CLIENTE con mayúscula, del
cliente externo como aquél que entra en nuestro negocio y compra los productos
y servicios que producimos. Estos clientes son sin duda los que pagan nuestras
nóminas, son esenciales para el éxito del negocio ya que proporcionan el flujo de ingresos a
través de sus compras que toda organización necesita para sobrevivir. Además si
conseguimos satisfacer sus necesidades suelen sernos fieles y repetir sus
compras, así como utilizar el boca oreja para hablar bien de nuestro negocio a
otras personas de su entorno, contrariamente, si lo tratamos de forma descortés
y no atendemos sus requerimientos, perderemos no solo a dicho cliente sino a
otros de su entorno próximo.
Llegados a este punto que debemos de hacer; reconocer la importancia fundamental que
ambos clientes tienen en el éxito o fracaso de cualquier negocio, la
importancia del cliente externo, el CLIENTE con mayúscula, ya la hemos
expresado, pero debemos incidir que si bien los clientes internos no
necesariamente compran los productos y servicios de su organización, la
relación de la organización con el cliente interno juega un papel clave en el
éxito de la empresa, esto es así desde los tiempos del Profesor Deming, cuando
a finales de la década de los 40, expreso su visión de Calidad Total, por lo
que la Calidad se aplica a todas las actividades de la organización, es decir,
el proveedor-cliente interno debe de satisfacer las necesidades de su cliente,
de igual modo que la organización debe de satisfacer a sus clientes externos.
Gracias a esta Visión de la Cadena de Deming, filosofías de trabajo como Justo
a Tiempo, Kaizen Lean, y Seis Sigma, han podido implementarse con éxito y
satisfacer mejor las necesidades de los CLIENTES externos, gracias al buen hacer de los clientes
internos.
Por ello termino con la cita de Karl Albretch “Si quieres que las cosas funcionen afuera,
lo primero que debemos hacer es que funcionen adentro”
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